Cataluña lleva más de 500 muertos en una semana, pero aun así, el Govern de la Generalitat de Cataluña concede permiso a los asistentes a los mítines políticos para saltarse libremente los controles perimetrales.
Los votos valen mucho más que las vidas, y los nacionalistas saben que necesitan la arenga de sus votantes, la movilización de las masas, la agitación mitinera, porque si no, el fracaso y la caída en las urnas serán estrepitosos.
Los empresarios de la hostelería, señalada y vilipendiada desde el principio de la pandemia, con sus puertas cerradas y sus cajas a cero, han carado duramente contra el Govern, por muy independentistas que sean algunos de ellos, la burla es inconcebible.
Al igual que el personal sanitario, con más de 700 camas UCI ocupadas, la cepa Británica propagándose sin control, y reuniendo a gente sin remilgos. Los sanitarios llevan meses trabajando sin descanso, doblando turnos, agotados física y mentalmente, para que “cuatro politicuchos” sin escrúpulos abran las restricciones para su propio beneficio.
Que no hayan tenido escrúpulos ni consciencia con los catalanes no separatistas en todos estos años, es vergonzoso, pero que ya no los tengan con los suyos, solo y exclusivamente porque tienen que seguir arengando al pueblo para poder chupar del bote y no perder el sillón ni el sueldo, es de cárcel.