2021, otro año sin Rocío, sin Semana Santa, otro año sin ferias, otro año sin romerías… la frustración y el dolor de no vivirlas, la pena de sentirnos huérfanos de nuestras tradiciones, de nuestros momentos, de nuestra fe; duele, pero se lleva adelante.
Pero cuando todo esto representa más que un acto de fe o diversión, cuando es tu modo de vida, tu trabajo, tu empresa o simplemente el sueldo con el que llevar a casa algo de dinero para tirar hacia delante, ¿cómo llevarlo?
Cientos de camareros viven de la temporada de festejos en nuestra provincia, simples trabajadores que cuando se acerca la primavera ven la oportunidad de ganar en una larga y trabajosa campaña el dinero para afrontar el resto del año. Dormir poco o nada, hastiados de tantas horas de pie, en largas jornadas de servicio mientras el resto se divierte, nada importa, con tal de llevar un sueldo a la familia.
Y no solo los camareros, cocineras o “caseteros”, terrazas, grupos de cante y músicos, las atracciones, limpiadoras, vendedores bebidas, de chacina, nuestro preciado jamón, la gamba y el marisco, todos en la más miserable ruina. La gente consume en casa sí, pero ni la cantidad ni los precios son los mismos. Ni todos acceden a vender sus productos en las grandes superficies, ni se genera una mano de obra constante de aquellos que van de feria en feria trabajando.
Sin ayudas ni “ertes”
Los trabajadores y empresarios de las ferias y fiestas no suelen tener ni un contrato fijo, ni siquiera un alta en Seguridad Social o Hacienda continua, solo durante la temporada, ya que es demasiada carga para unos márgenes tan estrechos.
En plena pandemia, sin fiestas, la gran mayoría no estaban dados de alta en marzo del pasado año, ni han podido hacerlo, al no haber ingresos, con lo cual se le han cerrado las puertas de unas ayudas que tienen más requisitos que voluntad de ayudar a las personas necesitadas.
Son aquellos que cuando estamos eufóricos en cualquier celebración, nos atienden y en muchas ocasiones, nos “aguantan”, por llamarlo de alguna manera. Pues son esas personas las que están ahora tiradas en la cuneta, sin más ayudas que la caridad que amigos o familiares les puedan prestar.
Por eso les pido que cuando conozcan o se enteren que tal fiesta o aquella romería se ha suspendido, no se quejen porque este año no podrán pasarlo bien, acuérdense de aquellos que por este motivo lo hayan perdido todo y a duras penas encuentran para comer y pagar las facturas.