Mucho se ha hablado de apelar a lado más responsable de la juventud ante la pandemia, por su alta capacidad de trasmisión y la difícil detección de positivos ante un mayor número de infectados asintomáticos, o al menos, eso es lo que se pensaba.
Sin embargo, en las últimas semanas se están dando muchos casos de ingresos de jóvenes en los hospitales, aquejados gravemente por la infección, teniendo muchos de ellos que ingresar en la Unidad de Cuidados Intensivos, temiéndose por su vida.
Jóvenes que van desde los 14 hasta más de 30 años, a día de hoy en la UCI, con pronóstico grave y muchas dificultades para seguir adelante.
Los jóvenes no están a salvo, están en grave peligro y cuanto antes lo sepan, más vidas se salvarán. Ya no se trata de apelar a su integridad moral por salvaguardar a sus padres o abuelos, se trata de ellos mismos.
La Covid-19, en su primera “ola” había atacado a el sector de mayor riesgo de la población, los mayores, habitualmente más indefensos y vulnerables ante el ataque del virus. Y sigue siendo así, seguirá buscando el huésped más débil, pero si para expandirse y multiplicarse tiene que atacar a un huésped más fuerte va a hacerlo, y con toda su fuerza y virulencia.
El escenario cambia cada día, los rebrotes aumentan cada día, también los confinamientos, los ingresos y lamentablemente, las muertes. Parar el contagio entre los más jóvenes es tarea de todos, y no será fácil si ellos mismos no ven el peligro real al que se enfrentan. Cuéntenselo, explíquenselo, adviértanselo y quizás así podamos evitar el aumento de esta maldita pesadilla.